Es un videojuego y su protagonista es un viejo metido en unas mallas de pellejo que pueden mimetizarse con el entorno.
Cuando llegué a la tienda lo vi mezclado con el resto. La portada; nada especial. Unos dibujos y unas letras molonas, con un nivel de horterismo bastante ajustado. La contraportada; como si fuera una película de serie B que damos la vuelta en el vídeoclub para leer su sinópsis. “Que si en este juego encontrarás acción a raudales, que si infiltración, que si los mejores gráficos, que si llevarás pistolonacos nucleares, que si lanzarás rayos por la...” en fin, estupideces. Este juego es mucho más, este juego es postmoderno. Poca broma.
Si tomamos como postmoderno aquello que pretende dar un paso más allá de lo moderno y poner en tela de juicio sus bases, bueno, este es un ejemplo, hay más, pero no molan tanto.
Empezamos con algo muy importante: insertar el disco en la ranura de la consola. No entra más fino que el resto, por ahora no sorprende. Enseguida nos pide que grabemos el juego en el disco duro de nuestro sistema -vaya, va a tardar un huevo-. Pero atención, cuando empieza con el proceso aparece el protagonista y se fuma un piti en nuestra cara. Esto no es nada moderno. Además, hay que volcar muchos GB al disco así que el tío se fuma cuatro o cinco cigarros a tiempo real. De vez en cuando, como hay que ser ahorrador, no se lo acaba y se lo guarda en una especie de pitillera futurista hecha en fibra de carbono (si, en la nueva generación de consolas se aprecian las texturas de los objetos) mientras te dice que no seas cerdo y que eches la ceniza en el cenizero. Pero es que el buen hombre le da al pulmón muy a gusto y te cogen unas ganas de fumar endiabladas (seas fumador o no) y aquí es donde, a pesar de no haber jugado aún, empiezas a plantearte si este juego tan raro pretende algo más.
Lo ha logrado, me fumo un piti.
-¿Vas a violar la seguridad que me proporciona mi salón? ¿Vas a influir en mi vida real? ¿Mando yo o mandas tú? Yo te he comprado. No te flipes-
Cuando ya se ha cargado el juego y te dispones a jugar: Publicidad. -¿Perdona?- Nos intentan vender no se qué producto hecho con pulpo, parece un anuncio de colonia, además es vídeo real, no son polígonos bailando al son de un informático. Se acaba y empieza un programa de entrevistas -¿En serio?- una mujer entrevistando a un tío muy raro y siniestro con un parche cibernético en el ojo en un entorno bastante desasosegante. Ella le pregunta varias veces porqué está aquí con voz solemne, la última vez que lo hace parece que lo pregunte al jugador y repite: “porqué estás aquí” y continúa “con un parche en el ojo”. Nos toman el pelo, es evidente. O no. ¿Cómo lo veo yo? Veo que pretenden sumergirnos y expulsarnos de la historia periodicamente para que seamos conscientes de que nosotros, en nuestro salón, pertenecemos al juego y que es él el que nos controla.
No hablaré la forma en que se movemos el personaje, pero diré que el juego me ordenó que me levantara del asiento y lo hice: me dijo que insertara el “disco 2” y mientras lo buscaba, la voz de el Doctor Otacón me dijo que no fuera imbécil, que no hay “disco 2” que me sentara y que siguiera jugando. - Metal Gear: “1”, Juanjo: “0”-
En otra ocasión, un enemigo predecía mis movimientos y me resultaba imposible vencerlo. El ordenador me aconsejó cambiar el mando de conector. Funcionó.
Luego, para acabar de demostrar que era el juego el que controlaba mi realidad, un enemigo me obliga a dejar el mando en el suelo, el mando real. Me dice que lo va a mover con el poder de la mente. -¡Al igual!- El bichardo, desde la pantalla, hace un gesto con el brazo hacia la derecha y mi mando, atención señores, se desplaza a la derecha. Hace un gesto hacia la izquierda y se desplaza a la izquierda, claro. Evidentemente, estaban utilizando el sistema de vibración de mi mando, nada espectacular, pero ya me tuvieron un rato mirando al suelo de mi salón como si hubiera perdido una lentilla.
¿Qué pretendo decir con todo esto? Que a todo, absolutamente a todo, se le puede dar una vuelta de tuerca más hasta romperlo y crear algo nuevo. En este juego aparece un nuevo sistema de control que no es un mando diferente, ni un 3D envolvente, es coger por banda algo tan moderno como la interacción entre usuario y máquina, ponerlo en duda y darle la vuelta. Eso es el postmodernismo ¿No?
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