"¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?"
Trainspotting es una película escocesa de 1996, dirigida por Danny Boyle (ahora más conocido que nunca por el éxito de su Slumdog Millionaire) y basada en la novela homónima publicada en 1993 por el escocés Irvine Welsh. Con algo de humor (más bien negro), una buena dosis de patetismo y cero prejuicios hacia sus protagonistas, el filme nos cuenta la historia de cinco adictos a la heroína que viven en la capital escocesa sin más preocupación que la de conseguir un nuevo chute. Con el paso de los minutos observamos, además, cómo los personajes se van distanciando poco a poco, tomando caminos dispares.
Tras su estreno en 1996 en el Festival de Cine de Cannes -aunque fuera de concurso-, la película rápidamente recibió críticas positivas tanto en Europa como al otro lado del charco. La revista Empire dijo de ella que era algo de lo que Gran Bretaña podía sentirse orgullosa mientras Hollywood debía temer. El Washington Post, por su parte, la calificó como una de las obras más provocativas desde Pulp Fiction.
Efectivamente, a pesar de su gran éxito de crítica y considerable éxito de taquilla (especialmente dado el tono de la cinta), la película fue también fuente de controversia. Algunos la consideraron peligrosa por incitar al consumo de drogas entre los jóvenes y el senador estadounidense Bob Dole la acusó de depravada moralmente y de glorificar el consumo de drogas. A pesar de ello, la película finalmente se ganó a pulso ser considerada una de las mejores películas británicas de todos los tiempos, un gran título de culto y, según una votación del año 2004, la mejor película escocesa de la historia.

Hay muchas razones que hacen de Trainspotting una película interesante. El lenguaje de la película, tanto visual como verbal, es sin duda provocador. Con diálogos atrevidos y certeros, Danny Boyle y su guionista John Hodge echaron por la borda toda corrección posible y se sumieron en la oscura y algo depravada realidad de los personajes que habían querido retratar. Siempre descarados, éstos lanzan frases tan terribles y brillantes como "coge el mejor orgasmo que hayas tenido, multiplícalo por mil, y ni siquiera andarás cerca" para describir el efecto que la heroína les produce. Pero si las palabras no eran suficientes para sumergirnos de lleno en la vida de Mark Renton y sus amigos, podemos refugiarnos entonces en el lenguage visual.
Escenas desagradables, surrealistas y relativamente cotidianas se entremezclan para contarnos esta historia. El director de la película no sólo nos muestra desde el exterior a los jóvenes heroinómanos bajo el efecto de las drogas, sino que va más allá y nos hace uno de ellos. La escena del retrete es probablemente una de las mejores escenas del cine de los 90 y, sin duda, una de las más conocidas. Sin darnos cuenta, nos unimos a Rent en su psicótico viaje a ninguna parte. Así, saltamos de escenas cotidianas -aunque con un cierto tono triste y decrépito- a escenas absurdamente locas sin que prácticamente nos damos cuenta (llevados de la mano por un director que demostró aquí un buen hacer envidiable).
A eso hay que añadirle que los responsables de la película no se frenaron a la hora de crear imágenes desagradables, siempre a la cabeza cierta escena con un bebé, con las que podríamos decir que, de un modo metafórico, abofetean duramente al espectador pasivo que observa la vida de Edimburgo desde el otro lado de la pantalla. Un ¡despierta y mira esto! contruido a base de imágenes, que acompaña a una atmósfera envolvente que sólo logra hacer que te introduzcas incluso más en la historia que te cuentan.

Otro punto fuerte de la película es el tratamiento de los personajes. Es curioso cómo casi todos los filmes sobre drogadicciones incluyen en su trama a la policía o a un entorno familiar bastante amplio. Boyle, sin embargo, centra su atención en unos jóvenes desmotivados, que renuncian a una vida como tantas otras para conseguir un placer del que los demás carecen. Los personajes nunca son juzgados, nadie pone una flecha sobre ellos para que el espectador se dé cuenta de lo terribles o lo buenos que son. Por el contrario, es el público el que se toma la libertad de juzgar -o no- al grupo protagonista.
Decadentes, enganchados a la droga y sin motivación ninguna para salir del agujero en el que han enterrado la cabeza: así son los personajes de la historia. Mark Renton, el gran protagonista interpretado por un brillante Ewan McGregor, resume en su ser toda la filosofía de la película. ¿Por qué elegir la vida si la heroína te ofrece una escapatoria? Nuestros protagonistas huyen de vidas grises prefabricadas en serie y se refugian en un mundo de drogas donde nada importa. No hay que preocuparse de la pareja, ni del dinero que no sea invertido en droga, ni de los niños, ni del trabajo. Para ellos, la libertad más absoluta acompañada por los grandes placeres que la vida les ofrece: el paraíso en la Tierra.
"Cuando estás enganchado tienes una única preocupación, pillar, y cuando te desenganchas de pronto tienes que preocuparte de un montón de otras mierdas. No tengo dinero, no puedo ponerme en pedo. Tengo dinero, bebo demasiado. (...) y de todas las cosas que en realidad no importan cuando estás auténtica y sinceramente enganchado al caballo"
Trainspotting es, en definitiva, una cinta descarnada y falta de edulcorantes, con un valiente guión, un elenco fantástico, personajes decadentes e increíblemente carismáticos y unos responsables que supieron perfectamente hacer encajar al espectador en un mundo al que la mayoría no pertenece. Añade ese cierto tono de humor negro con el que lo tratan todo, sin caer en el dramatismo de otras películas de temática similar y así se consigue, en mi humilde opinión, una de las mejores películas de los 90 y del cine reciente en general que, si aún no has visto, recomiendo de todas las formas posibles.
~ Raquel Rodríguez Casas.
Grado en Comunicación Audiovisual.

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