Lost (perdidos)

Hablar de Perdidos, (Lost), es hablar del mayor fenómeno televisivo de los últimos tiempos. Y es que pocas veces una serie había tenido tan acérrimos seguidores y a la vez tan igualmente acérrimos detractores.

Y es que es muy curioso que haya tantos motivos que justifiquen un bando u otro, aunque cuando uno de los motivos que se esgrime para no seguirla es: “no veo Lost porque le gusta a demasiada gente”, no puede una dejar de plantearse las claves de tanto éxito.

El 22 de mayo de 2004 se emitía el primer capítulo en Estados Unidos. En él se nos narraba la historia de un grupo de supervivientes de un trágico e inexplicable accidente de avión que volaban desde Sidney rumbo a Los Angeles. El grupo se encontraba perdido, de ahí el título de la serie, en una isla tropical de la que desconocían la ubicación exacta.

Un argumento interesante, pero que a priori no daba para mucho más de una o dos temporadas, y que difícilmente explicaría el enorme boom que ha supuesto.

La respuesta es tan sencilla como difícil de llevar a cabo con éxito: un buen cúmulo de misterios que se vayan desentrañando mientras se generan otros nuevos que mantengan al espectador atento y con un vivo y creciente interés por conocer, primero la suerte de los personajes y, posteriormente, el motivo de todo.

Sin embargo esto debe estar fundamentado por un lado en unos personajes interesantes, perfectamente definidos a la par de complejos, y por otro en una narrativa que genere esa expectación. Y Lost tiene ambas cosas.

El estafador movido por ansias de vengar a su familia James Ford, alias Sawyer; El cirujano de éxito que vivió a la sombra de su padre y nunca llego a ser reconocido profesionalmente por él Jack Sheppard; La fugada de la justicia por matar al hombre que maltrataba a su madre Kate Austen… son solo algunos de los personajes que conducen esta historia. Todos igual de importantes, todos igual de carismáticos. Es muy común en esta serie encariñarse de un personaje a priori no tan protagonista, para descubrir con asombro que en un momento determinado juega un papel crucial en los hechos.

En cuanto a la narrativa, Lost alcanza un punto casi de perfección en las series “de trama continua” por llamarlas de alguna manera. A diferencia de las series donde cada capítulo es auto conclusivo e independiente del resto, en las series que siguen una línea argumental es muy común observar capítulos en los que la trama principal se deja de lado para dar importancia al personaje, ya que aquello que se explica resultará importante cuando avance la historia. Es lo que podríamos denominar capítulos de relleno. Pues bien, en éste caso podríamos afirmar que no existen tales capítulos. Todos los episodios aportan algo, tanto respecto a los personajes como a la trama principal.

Una inteligentísima forma de utilizar primero los flashbacks, (visiones del pasado), después los flashforwards, (visiones del futuro), y finalmente los sideways, (visiones de realidades paralelas), nos ayudan a comprender mejor a cada uno de los personajes y el papel clave que desempeñan en la historia a la vez que consiguen que nos preguntemos ¿qué pasó? o ¿qué está pasando?
Un detalle curioso sobre perdidos es que ha ido variando el género al que parecía pertenecer, pasando de una historia de supervivencia al estilo de la película ¡Viven!, al género de misterio, seguido de la ciencia ficción y mezclando ahora toques de fantasía.

Todo ello aderezado con una banda sonora a ratos emotiva, a ratos sobrecogedora de la mano de Michael Giacchino.

Sin embargo para entender el ahora hay que mirar el pasado, y la producción de Perdidos no es una excepción. Dos series se atisban como claros referentes: X-Files, (Espediente X) y Twin Peaks.

Posiblemente sea de la serie escrita por David Lynch de la que más bebe Lost. Tanto Twin Peaks como Lost comienzan con un hecho perfectamente posible que va complicándose paulatinamente de manera poco menos que paranoica hasta que se entretejen en ella elementos completamente irreales. Pero para cuando eso sucede, ya hemos asumido sus mundos y llegamos a verlo algo perfectamente posible en sus realidades.

Otro de los grandes ganchos de la serie es la duda entre casualidad o destino en los hechos que acontecen. Varias veces se nos presentan elementos que parecen tener gran importancia y que posteriormente demuestran ser algo completamente trivial, para quizá un par de temporadas después, aparecer nuevamente como una importante clave para resolver el misterio… o quizás no…

Ésta forma de jugar con los razonamientos del espectador hace que cuando la serie avanza, su titulo ya no haga referencia a los personajes, sino a los propios seguidores.

Además hay que añadirle una cuidada iconografía ya sea por los archiconocidos códigos numéricos o referencias a otras culturas bien en forma de mito, (el personaje de Desmond Hume tiene ciertas referencias a Ulises); simbología, (los logos de Dharma parecen, cuanto menos, inspirados en los hexagramas del I Ching o “Libro de las mutaciones”. Obra clásica de la filosofía Taoista); u otros iconos de origen egipcio y bíblico.

Como último apunte en este aspecto, decir que los nombres de la mayoría de los personajes se corresponden con filósofos, escritores o científicos reales que guardan algún tipo de semejanza con el personaje ficticio. Como ejemplo tenemos a Kate Austen, cuyo nombre podría provenir de la escritora Jane Austen, quien suele dar en sus novelas bastante énfasis a la mujer fuerte, descripción que se aplica a Kate.

Beatriz Argüello Asensio